7 de Diciembre. Si no hay sol, buenas son unas nubes

Como siempre digo, hay que tener plan B, C y si es necesario el abecedario completo…. Ya que te levantas medio temprano (ahora en invierno no es lo es tanto) a pesar de que el sol no tenga a bien hacer acto de presencia donde y cuando tocaba hay que aprovechar el lugar precioso en el que estaba…Tossa de Mar es una maravilla… Y hoy, me he traído unas cuantas fotos 

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24 de Julio. Tossa de Mar

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Tossa de Mar es una villa y municipio de la comarca de la Selva, llamado simplemente Tossa hasta 1985. Es parte de la llamada Selva Marítima y cerca de las comarcas del Baix Empordà y el Gironès, limita con los municipios de Lloret de Mar, Vidreres, Caldes de Malavella, Llagostera y Santa Cristina de Aro. Tossa de Mar es una de las poblaciones emblemáticas de la Costa Brava. La belleza de sus playas y bosques y de su patrimonio histórico y cultural, hacen de este lugar un punto de referencia obligada para el turismo.
El término municipal de Tossa de Mar está incluido en una valle, aislada de los municipios vecinos por las cumbres del Macizo de Cadiretes – el Ardenya, (Puig de Cadiretes de 519 m, Cerro de Rosell de 340 my otros) donde está plenamente integrada (más de 2.600 Ha están dentro del ámbito del Macizo de Cadiretes). El relieve es abrupto con pendientes superiores al 20% y la proximidad al mar del colinas conforman un litoral sinuoso, con multitud de acantilados y pequeñas calas, muchas de las cuales son de difícil acceso.
Historia
La presencia humana en el valle de Tossa ha sido confirmada por los yacimientos arqueológicos excavados en la zona del Macizo de Cadiretes, como el Dolmen de Pedra Sobre Altra o el Dolmen d’en Garcia, algunos de los cuales han sido datados entre el 2500 aC y el 1800 aC.
Los descubrimientos de la villa romana de los Almendros y, más modernamente, las del Mas Carbotí y Ses Encinas confirman que el lugar había sido habitado en época romana. En la villa romana de Los Almendros, descubierta por Iganasi Melé y Farré en 1921 , se descubrieron unos interesantes mosaicos actualmente conservados en el Museo Municipal de Tossa de Mar , entre otras muchas hallazgos. La primera mención de Tossa al edad media es del 881, cuando en un diploma del emperador Carlomagno en favor del obispo Teotari aparece en la forma Tursam.
El año 966 reaparece en un documento donde los albaceas del conde Miró I de Barcelona hacen donación al monasterio de Ripoll del alodio de Tossa. Hasta entonces, el valle de Tossa había formado parte de la misma unidad administrativa que Llagostera . En el mismo documento figuran «dos parroquias», la de Sant Vicenç i la de Sant Lionç. La primera con toda certeza corresponde a la actual ermita de San Benet, tierra adentro del valle de Tossa. La segunda desapareció ya en época alto-medieval y se desconoce su emplazamiento. En la donación también se hace referencia al puig o roca Paula, hoy dicho turó de Pola, lugar habitado desde muy antiguo donde uno se erigió una torre de vigilancia de la que hoy queda todavía algún fragmento.
Parece que inicialmente la señoría del monasterio sobre Tossa no fue suficientemente respetada por los condes: los años 1096 y 1097, los condes Berenguer Ramón II y Ramón Berenguer III confirmaban nuevamente sus derechos, ratificados el mismo 1097 por una bula del papa Urbano II.
El 1186 el abad de Ripoll Ramón de Berga hacía erigir el Castillo de Tossa al lugar dicho Mont Guardí (Montis Guardini, actual Cap de Tossa) y dictaba una serie de disposiciones, que constituyen una verdadera carta de población, por las que concedía a habitantes la facultad de construir casas dentro y fuera del recinto fortificado (lo que explica la formación de la Villa Vieja) y regulaba las relaciones de dependencia con el monasterio. A pesar de que liberaba los TOSSENSE los malos usos, era muy rigurosa en el ejercicio de los derechos señoriales, sobre todo en cuanto a la pesca, precisamente la principal ocupación de los vecinos.
Pronto comenzaron los conflictos derivados de la interpretación de este punto y los pescadores de la costa no dependientes del monasterio (de Sant Feliu de Guíxols, Palafrugell, etc.) se resistieron a satisfacer los delmes i la lleuda de la pesca efectuada dentro del término de Tossa, pero Ripoll consiguió de Alfonso II (1189) un privilegio.
Esta situación perduró prácticamente hasta el fin del Antiguo Régimen y los movimientos de resistencia de los vecinos de Tossa que se produjeron a lo largo de los siglos culminaron en un pleito presentado a mediados del siglo XVIII contra los antiguos derechos y prerrogativas señoriales del monasterio de Ripoll; el 1764 el Consejo de Castilla confirmaba los diezmos del monasterio, pero amparándose en las disposiciones sobre libertad de comercio promulgadas por Carlos III de España, los vecinos consiguieron el 1784 una carta real que suprimía la exacción del diezmo. Los habitantes de Tossa todavía promovieron un nuevo pleito el mismo 1784 ante la Audiencia de Barcelona.
Por otra parte, la donación que hizo Jaume el Just a su cuñado Ot de Montcada el Viejo del castillo de Tossa en franco alou, junto con toda otra cuadrilla de importantes donaciones (que luego formaron la baronía de Llagostera), motivó protestas los abades ripolleses, que fueron los que ejercieron de hecho la jurisdicción. Desde mediados del siglo XIV el monasterio concedió la alcaldía (al cargo de alcalde fue unido el de castlà i batlle de sac) en sucesivas familias: primero los Soler (Bernardo y su hijo Arnau) y el 1371 pasó a Riera por venta; después pasó por matrimonio a Vern (1659) y pronto, también por matrimonio, los Helecho.
El emplazamiento de la población, apartada de las principales vías de comunicación, quizás explica que Tossa no participara destacadamente en los conflictos bélicos que ocurrieron en Cataluña. Había sufrido un ataque de la flota francesa de Felipe III el Atrevido el 1285, en la cruzada contra Cataluña, y como tantas otras poblaciones costeras sufrió los ataques de los piratas berberiscos y turcos, que han quedado en parte reflejados en la toponimia (cala Morisca, torrente de los Moros). La ciudad fortificada sirvió de refugio no sólo a los vecinos de Tossa sino a los de extramuros y los forasteros. A partir del fin del siglo XVI la piratería disminuyó y la población saltó las murallas para irse adentrando hacia el plano. En el siglo XVIII se construyó la nueva iglesia parroquial extramuros.
En el siglo XVIII, el castillo tenía dos baterías y cuatro cañones para la defensa de la costa, pero a comienzos del siglo XIX la torre principal del castillo fue convertida en molino. Actualmente, en su emplazamiento está el faro de Tossa. El 1.931, el recinto de la Vila Vella fue declarado monumento nacional y se inició su restauración.