31 de Julio. Cala del Paller

La playa de la Roca del Paller es un excelente ejemplo de las típicas calas que han hecho famosa a la Costa Brava. Se caracteriza por sus pequeñas dimensiones, aguas de color turquesa y paredes rocosas que la envuelven.
Tiene una longitud de 45 metros por una anchura media de unos diez. No dispone de ningún tipo de servicio, y en algunas ocasiones se practica el nudismo. El fondo marino es muy rocoso.
IMG_0226-1 con sello (Medium)

27 de Julio. Santa Anna en Blanes

Ayer fuegos artificiales a cargo de Pirotecnia Hermanos Ferrández_MG_6526-1 con sello (Large)

Los fuegos en Blanes

UN SIGLO DE TRADICIÓN
En Blanes las primeras referencias de un disparo de fuegos de artificio se remontan a  más de cien años atrás. En el año 1891, el escritor blandense Josep Alemany, en su diario personal dejó escrito: “Después de cenar entre fuegos artificiales, serenatas, bailes y bebidas pasamos la noche y entramos a la fabrica a trabajar a las 5 de la madrugada sin haber dormido. Por la tarde fuimos con otros amigos a Santa Cristina a comer pollo con chanfaina.» En el número extraordinario dedicado a la Fiesta Mayor del diario blandense “El Atalaya”, refiriéndose al día 26 de julio de 1897 se puede leer : “ A las 9, disparo de un bonito ramillete de fuegos artificiales por un renombrado pirotécnico”. Para el día 27 se vuelve a anunciar “el disparo de otro castillo de fuegos artificiales”.
A partir de otra referencia escrita podemos intuir el ambiente que se podía vivir durante estas celebraciones. Lo encontramos en el suplemento del periódico “La Selva”, dedicado a la Fiesta Mayor de Blanes de 1906, donde J. Roig i Ruiz  comenta la mejoría que havia experimentado el Blanes en fiestas. En el articulo, que se titula “Blanes. Qui l’ha vista. Qui la veu” (Blanes. Quien la ha visto. Quien la ve” , el autor repasa algunas  cuestiones negativas características de otras fiesteas y las contrapone a las mejorías en las actividades de la fiesta de su tiempo. Entre los actos que comenta como mejorías destaca el catafalco que se ha creado para los fuegos. Dice: “En un cap de passeig un catafalch per fochs artificials y, arreu arreu, un ambient d’alegria i la regeneració de Blanes que comença».
La tradición de los fuegos en Blanes se detiene a causa del estallido de la Guerra Civil en el año 1936. El año 1944 se recupera esta costumbre en la Fiesta Mayor. Desde entonces, no ha dejado de celebrarse ningún año.
EL INICIO DEL CONCURSO DE FUEGOS Y SU DESARROLLO.
En 1970, en pleno apogeo turístico experimentado en la Costa Brava, el Ayuntamiento de la ciudad, queriendo aprovechar la situación de pujanza, pensó en promocionar el nombre de Blanes dentro del ámbito turístico mediante la promoción de alguna actividad que diese renombre a la población. Entonces se decidió aprovechar la Fiesta Mayor, celebrada a finales de julio, para potenciar uno de los actos más singulares: los fuegos de artificio.
Ese mismo año se hizo una prueba piloto con la pirotecnia Brunchú, a la que se encargó una exhibición mucho más espectacular que la de costumbre. Visto el éxito obtenido por la gran afluencia de público y la buena crítica de los blanenses, el ayuntamiento de Blanes, bajo la presidencia de su alcalde, el Sr. Domingo Valls i Coll y con la colaboración del concejal Sr. Lluís Tremoleda, responsable de la organización, decidió crear el Concurso Internacional de Fuegos de Artificio de la Costa Brava, que daba cabida a pirotécnicas nacionales y extranjeras.
En el decurso de los primeros veinticuatro años el concurso ha pasado por diferentes épocas en las cuales, sin desmerecer en su calidad, ha experimentado modificaciones.
La plataforma de lanzamiento siempre ha sido la roca de Sa Palomera, situada dentro del mar, en el punto medio de la bahía de Blanes y punto inicial de la Costa Brava.
Entre los años 1983 y 1987 el concurso experimentó un sensible cambio ya que se pasó de 3 días de lanzamiento a 4. Más tarde retorna a los 3 días originales pero con un importante crecimiento en la dotación económica diaria.
En el año 1985, la alcaldesa Sra. María Dolors Homs i Bassols, a fin de potenciar, junto al apelativo Costa Brava, el nombre de Blanes, instituyó el trofeo Vila de Blanes, según diseño de la joyería Capdevila, construido en plata y pedras semipreciosas haciendo alegoría a un estallido de fuegos.
A partir del año 1996 y con motivo del XXV aniversario de la fundación del concurso, se amplía el número de pirotécnicos en competición y se llega a los 5 días de lanzamiento. En 1998, la Comisión técnica, propone ampliar los días del concurso y celebrar 6 y el año siguiente 7.
El Concurso de Fuegos Artificiales de Blanes, ya conocido en todo el Estado Español, cuenta con un gran prestigio entre las pirotécnias de todo el mundo. La pugna de las empresas participantes para conseguir el trofeo «Vila de Blanes» ha llevado el concurso a ser calificado de gran espectáculo pirotécnico. De le dicho se han hecho eco todas la cadenas de televisión estatales y autonómicas en Cataluña y todos los medios de comunicación locales provinciales y nacionales.
EL PÚBLICO
La finalidad última del concurso es la de atraer público de todas las nacionalidades a Blanes par potenciar turísticamente la ciudad. Más de un millón de personas verán este año el espectáculo pirotécnico. Playas, terrazas, paseos, muelles deportivos y las montañas de Sant Joan y de la Penya se llenan a rebosar (entre 120.000 y 150.000 personas diarias). La gran afluencia de público que disfruta de este espectáculo convierte el concurso en en uno de los actos puntuales con más público de Cataluña, lo que lo acerca a fiestas de otras comunidades autónomas como los San Fermines o las Fallas de Valencia.

24 de Julio. Tossa de Mar

_MG_6468-1 con sello (Medium)

Tossa de Mar es una villa y municipio de la comarca de la Selva, llamado simplemente Tossa hasta 1985. Es parte de la llamada Selva Marítima y cerca de las comarcas del Baix Empordà y el Gironès, limita con los municipios de Lloret de Mar, Vidreres, Caldes de Malavella, Llagostera y Santa Cristina de Aro. Tossa de Mar es una de las poblaciones emblemáticas de la Costa Brava. La belleza de sus playas y bosques y de su patrimonio histórico y cultural, hacen de este lugar un punto de referencia obligada para el turismo.
El término municipal de Tossa de Mar está incluido en una valle, aislada de los municipios vecinos por las cumbres del Macizo de Cadiretes – el Ardenya, (Puig de Cadiretes de 519 m, Cerro de Rosell de 340 my otros) donde está plenamente integrada (más de 2.600 Ha están dentro del ámbito del Macizo de Cadiretes). El relieve es abrupto con pendientes superiores al 20% y la proximidad al mar del colinas conforman un litoral sinuoso, con multitud de acantilados y pequeñas calas, muchas de las cuales son de difícil acceso.
Historia
La presencia humana en el valle de Tossa ha sido confirmada por los yacimientos arqueológicos excavados en la zona del Macizo de Cadiretes, como el Dolmen de Pedra Sobre Altra o el Dolmen d’en Garcia, algunos de los cuales han sido datados entre el 2500 aC y el 1800 aC.
Los descubrimientos de la villa romana de los Almendros y, más modernamente, las del Mas Carbotí y Ses Encinas confirman que el lugar había sido habitado en época romana. En la villa romana de Los Almendros, descubierta por Iganasi Melé y Farré en 1921 , se descubrieron unos interesantes mosaicos actualmente conservados en el Museo Municipal de Tossa de Mar , entre otras muchas hallazgos. La primera mención de Tossa al edad media es del 881, cuando en un diploma del emperador Carlomagno en favor del obispo Teotari aparece en la forma Tursam.
El año 966 reaparece en un documento donde los albaceas del conde Miró I de Barcelona hacen donación al monasterio de Ripoll del alodio de Tossa. Hasta entonces, el valle de Tossa había formado parte de la misma unidad administrativa que Llagostera . En el mismo documento figuran «dos parroquias», la de Sant Vicenç i la de Sant Lionç. La primera con toda certeza corresponde a la actual ermita de San Benet, tierra adentro del valle de Tossa. La segunda desapareció ya en época alto-medieval y se desconoce su emplazamiento. En la donación también se hace referencia al puig o roca Paula, hoy dicho turó de Pola, lugar habitado desde muy antiguo donde uno se erigió una torre de vigilancia de la que hoy queda todavía algún fragmento.
Parece que inicialmente la señoría del monasterio sobre Tossa no fue suficientemente respetada por los condes: los años 1096 y 1097, los condes Berenguer Ramón II y Ramón Berenguer III confirmaban nuevamente sus derechos, ratificados el mismo 1097 por una bula del papa Urbano II.
El 1186 el abad de Ripoll Ramón de Berga hacía erigir el Castillo de Tossa al lugar dicho Mont Guardí (Montis Guardini, actual Cap de Tossa) y dictaba una serie de disposiciones, que constituyen una verdadera carta de población, por las que concedía a habitantes la facultad de construir casas dentro y fuera del recinto fortificado (lo que explica la formación de la Villa Vieja) y regulaba las relaciones de dependencia con el monasterio. A pesar de que liberaba los TOSSENSE los malos usos, era muy rigurosa en el ejercicio de los derechos señoriales, sobre todo en cuanto a la pesca, precisamente la principal ocupación de los vecinos.
Pronto comenzaron los conflictos derivados de la interpretación de este punto y los pescadores de la costa no dependientes del monasterio (de Sant Feliu de Guíxols, Palafrugell, etc.) se resistieron a satisfacer los delmes i la lleuda de la pesca efectuada dentro del término de Tossa, pero Ripoll consiguió de Alfonso II (1189) un privilegio.
Esta situación perduró prácticamente hasta el fin del Antiguo Régimen y los movimientos de resistencia de los vecinos de Tossa que se produjeron a lo largo de los siglos culminaron en un pleito presentado a mediados del siglo XVIII contra los antiguos derechos y prerrogativas señoriales del monasterio de Ripoll; el 1764 el Consejo de Castilla confirmaba los diezmos del monasterio, pero amparándose en las disposiciones sobre libertad de comercio promulgadas por Carlos III de España, los vecinos consiguieron el 1784 una carta real que suprimía la exacción del diezmo. Los habitantes de Tossa todavía promovieron un nuevo pleito el mismo 1784 ante la Audiencia de Barcelona.
Por otra parte, la donación que hizo Jaume el Just a su cuñado Ot de Montcada el Viejo del castillo de Tossa en franco alou, junto con toda otra cuadrilla de importantes donaciones (que luego formaron la baronía de Llagostera), motivó protestas los abades ripolleses, que fueron los que ejercieron de hecho la jurisdicción. Desde mediados del siglo XIV el monasterio concedió la alcaldía (al cargo de alcalde fue unido el de castlà i batlle de sac) en sucesivas familias: primero los Soler (Bernardo y su hijo Arnau) y el 1371 pasó a Riera por venta; después pasó por matrimonio a Vern (1659) y pronto, también por matrimonio, los Helecho.
El emplazamiento de la población, apartada de las principales vías de comunicación, quizás explica que Tossa no participara destacadamente en los conflictos bélicos que ocurrieron en Cataluña. Había sufrido un ataque de la flota francesa de Felipe III el Atrevido el 1285, en la cruzada contra Cataluña, y como tantas otras poblaciones costeras sufrió los ataques de los piratas berberiscos y turcos, que han quedado en parte reflejados en la toponimia (cala Morisca, torrente de los Moros). La ciudad fortificada sirvió de refugio no sólo a los vecinos de Tossa sino a los de extramuros y los forasteros. A partir del fin del siglo XVI la piratería disminuyó y la población saltó las murallas para irse adentrando hacia el plano. En el siglo XVIII se construyó la nueva iglesia parroquial extramuros.
En el siglo XVIII, el castillo tenía dos baterías y cuatro cañones para la defensa de la costa, pero a comienzos del siglo XIX la torre principal del castillo fue convertida en molino. Actualmente, en su emplazamiento está el faro de Tossa. El 1.931, el recinto de la Vila Vella fue declarado monumento nacional y se inició su restauración.

22 de Julio. Panorámica desde els tres jutges

Nueva salida del Club de la Mandarina, aunque hoy, tan sólo ha venido la parte familiar del grupo…. Ha sido una preciosa mañana y esta foto es una muestra de ello… Es una panorámica, son 11 fotos verticales unidas con el programa Autopano…. La verdad es que el paisaje se lo merecía y es una visión de casi 180º desde un mirador privilegiado, al pie del Jutge mitjà en el Parc Natural de Sant Llorenç del Munt i la serra del Obac…. Una pasada, espero que os guste.

Panorámica desde el tres jutges-1 con sello redimensionada